La diáspora caboverdiana en Luxemburgo es una comunidad pequeña pero profundamente arraigada e influyente, que ha contribuido de forma duradera al tejido social y cultural del país. Desde principios de la década de 1960, los caboverdianos empezaron a emigrar a Luxemburgo, principalmente en busca de oportunidades de empleo en sectores como la construcción, el trabajo doméstico y, más tarde, en los servicios públicos. Con el tiempo, han establecido una de las comunidades africanas más visibles del Gran Ducado.
En Luxemburgo, la comunidad caboverdiana ha mantenido una fuerte conexión con su tierra natal al tiempo que se integraba en la sociedad luxemburguesa. A pesar de las diferencias lingüísticas y culturales, los caboverdianos han navegado por la vida en un país multilingüe y multicultural, contribuyendo a su diversidad. Hoy, Esch-sur-Alzette y Ciudad de Luxemburgo albergan algunas de las mayores poblaciones caboverdianas del país.
La conservación cultural sigue siendo una prioridad para la diáspora. La música tradicional caboverdiana, como la morna, la funaná y el batuque, así como la cocina y las reuniones comunales, se celebran activamente. Las asociaciones comunitarias y los grupos culturales organizan actos como celebraciones del Día de la Independencia, festivales religiosos y conciertos, que sirven para unir a la gente y transmitir las tradiciones a las generaciones más jóvenes.
A pesar de ser una comunidad relativamente pequeña, los caboverdianos de Luxemburgo han creado una red de apoyo muy unida. Muchos caboverdianos son ahora ciudadanos de segunda o tercera generación, hablan con fluidez luxemburgués, francés y portugués, y participan activamente en la educación, la política y la empresa. Mediante iniciativas comunitarias y proyectos interculturales, la diáspora caboverdiana sigue desempeñando un papel clave en el fomento de la inclusión, la identidad y la cohesión social.
La presencia caboverdiana en Luxemburgo es un poderoso ejemplo de cómo una comunidad inmigrante puede integrarse conservando su patrimonio. Refleja la resistencia, la solidaridad y el orgullo de un pueblo que ha construido un hogar lejos de su hogar, sin dejar de estar profundamente conectado a sus raíces.